viernes, 31 de marzo de 2017

(101) El caso de la domadora asesinada.





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Para la inspectora, el caso ya estaba solucionado. El equipo de la policía científica de Murcia confirmaría que la autoría de los dos asesinatos era del argelino Farid Massu.
La brillante inspectora Enriqueta Jiménez Herrera dejó los últimos flecos del trabajo bajo la responsabilidad del teniente Damián Galdames, de la sección de homicidios de la Policía Nacional de Murcia. A pesar de su importante éxito, Enriqueta partiría hacia Almería aquella misma tarde. El capitán Llorente ya estaba enterado de este éxito, pero aún así no quería hacerle esperar un día más, pues era cierto que andaban muy cargados de trabajo en Almería. Pero tuvo tiempo para reunirse a comer con Galdames y contarle todos los pasos que dio el día anterior, de cómo había logrado llegar a la conclusión de que el domador de leones del "Gran Circo de Albania", Farid Massu, era el autor de los dos asesinatos, y de cómo una información falsa y otra buena la llevaron a desenredar la madeja.
Comieron ensalada murciana y conejo a la cazadora en el restaurante "El Panocho" de la ribera del río Segura, cerca del Puente de los Peligros. La inspectora resumió el caso:
Farid Massu conocía a Abdel Alim desde sus tiempos de juventud en Argelia. Habían sido colegas en diversos trabajos marginales hasta que sus trayectorias se distanciaron, pero el mundo del circo volvió a unirles en tierras del sureste español. Abdel Alim trabajaba de empleado en el Gran Circo de la Atlántida, y Farid Massu se había convertido en domador de leones del Gran Circo de Albania.
En su reencuentro bebieron mucho y Farid le contó a su amigo que había tenido muchos éxitos como domador hasta este momento, pero las cosas se le empezaron a torcer porque los leones ya no le respondían como antes, habían envejecido y el público lo notaba. Cuando bebió un par de copas más, se le desataron todos los demonios que llevaba en el cuerpo:
— Odio a esa puta domadora del circo en el que trabajas, amigo, por su culpa no viene casi nadie a nuestro circo y se nos está estropeando todo el material por no poder comprar ni pintura siquiera. ¡Es una mujer, Abdel, una mujer pecadora, viste indecorosamente y nos quita el trabajo a los hombres! ¡No me importaría matarla! ¡Sí, si esa mujer muriese, yo podría trabajar con esos tigres! ¡Yo, un hombre, un gran domador!
— No dejes que el odio te traicione, Farid — le contestó Abdel Alim, al cual casi se le había espabilado la borrachera al oír aquellas barbaridades. Pero en ningún momento pensó que su viejo amigo hubiese hablado en serio, y menos que cumpliría aquella amenaza.
Farid Massu mató a la domadora Karla Ambrossini y, tiempo después, regresó una noche y soltó a los tigres, porque el dueño del circo, el viejo Tobías Carretero ("Profesor Huang y su caballito sabio") se había negado a contratarle. El malvado Massu esperaba que la policía matase a los tigres, cosa que no ocurrió, y Farid Massu asesinó también a Abdel Alim cuando este acudió a pedirle explicaciones. El asesino le vio llegar al pueblo y se le adelantó. Luego trasladó el cuerpo hasta la escombrera de Alcantarilla en donde le vio "Gerardín"
De cómo la inspectora llegó hasta el asesino de una forma absoluta, es decir: cuales fueron sus pasos definitivos para demostrar fehacientemente que Farid Massu era el asesino, lo sabremos muy pronto.


(Continuará)

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