— Yo amaba a mi marido, Enri, le amaba con toda mi alma, pero... se mató por una apuesta estúpida.
— Lo siento, Verónica — dijo Enri poniendo una mano sobre una mano de ella.
— Bueno, ya han pasado diez años, el dolor no es el mismo. No había red y cayó al suelo. En eso consistía la apuesta: el triple salto mortal sin red, como en la película "Trapecio" ¿La has visto?
— Sí, una maravillosa película.
— Pues sí, pero en la película les sale bien el salto. En la realidad se hizo a puerta cerrada y corrió mucho dinero, hubo apuestas muy fuertes. ¡Vida o muerte! Hubo varios detenidos, pero a mi marido nadie le devolvió la vida. Mi hermano Ángel cayó en una depresión profunda de la que le costó mucho tiempo salir. El había sido el "portor", el que debía recogerle en el aire, pero las manos de Luis, mi marido, no llegaron a tocar las de Ángel.
La velada se fue prolongando y la inspectora trató de sonsacar a la circense cualquier detalle sobre la personalidad de los artistas más problemáticos que ella conociese. Se sinceró con Verónica, le confesó que estaba investigando el caso de la domadora asesinada... y del empleado asesinado.
— Lo he supuesto desde que descubrí que eres policía. Gente conflictiva en el circo hay mucha, aunque no necesariamente peligrosos, y también los hay con antecedentes penales, pero la mayoría somos buenos. Aquí, en el Circo Fantasía, no creo que des con el asesino de la domadora, hay personas muy buenas, algunos son animalistas, de ahí que no exhibamos animales. Pero sí te podía hablar de otros circos con gente... complicada, pendenciera. Se corre la voz cada vez que hay una trifulca, y algunos son especialistas en montar trifulcas. Muchas veces es el alcohol, otras las envidias, los rencores...
— ¿Podías citarme algunos de esos circos?
— Desde luego, en estos momentos, en la provincia de Murcia, solo hay uno que pueda ser tenido en cuenta para tu investigación, el "Gran Circo de Albania" Lo de "gran" pásalo por alto, es un circo pequeño e incluso hay un lanzador de cuchillos que fue expulsado del nuestro por robar a sus compañeros.
— Ese es un buen dato.
— Oye, permíteme que yo también te pregunte: ¿Por qué piensas que el asesino es alguien del mundo del circo?
— Tengo una corazonada, ¿te vale?
— Pues...
— Bueno, y también tengo en cuenta el vacío en el que cayó la Guardia Civil después de interrogar a un montón de personas, todas ajenas al mundo del circo, excepto los circenses del Gran Circo de la Atlántida. Mi corazonada es fortísima, ¡es alguien del circo, Verónica!
(Continuará)
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